Historias

En este sector pondremos historias y leyendas impactantes que pueden hacerte erisar y hacerte dormir con tu mami.





En 1864 una familia comenzó a tener lo que se pensó que eran manifestaciones demoníacas. Hoy hubiera sido puesto en duda por científicos y seguido con interés por la iglesia pero en aquella época, que tuvo una duración de cinco largos años, la vida era distinta. Tal era el ambiente que en 1867 se autorizó que se realizara un contundente exorcismo con las consiguientes complicaciones. A los críos "poseídos" se les llamó los endemoniados de Illfurt (Alsacia)
Los dos crios protagonistas de esta historia eran hijos de los Burner, que tenían otros tres hijos. Los supuetos poseídos se llamaban Teobaldo y José, y apenas tenían 9 y 8 años respectivamente en 1864.
Teobaldo dijo ver al menos treinta veces a un espíritu al que consideraba su maestro, pero no era un ser físicamente humano, sino una imagen con patas de gato, pezuñas de caballo, pico de pato y cuerpo de plumas. Al parecer el fantasma sobrevolaba al chiquillo amenazándole con estrangularle, y el niño, tratando de defenderse, le lanzaba y luchaba contra él ante los ojos atónitos de los espectadores que sólo le veían a él. Lo que hizo creer a los demás que la visión era real aunque ellos no pudieran verla, es que el chiquillo capturaba plumas del cuerpo de su visitante que luego los espectadores veían, tocaban, olían (echaban una peste fétida) e incluso trataban de quemar sin éxito.
Las similitudes con otros exorcismos al menos calificados como tal fueron las siguientes: una voz hablaba desde ellos sin necesidad de que movieran su pequeña boca, una voz adulta, masculina, que soltaba improperios contra lo más sagrado (respetando únicamente a la Virgen), y se reía del efecto que sus poderes hacían sobre el personal, como inundar la habitación de un calor sofocante que era insoportable incluso en el más crudo invierno.
También producía en los cuerpecitos de los niños bultos terribles, con movimientos horrorosos haciendo de sus estómagos una visión traumática. Cuentan que se hinchaban hasta el límite y vomitaban espuma, musgo y plumas, cubriendo la habitación del olor fétido de las plumas sucias.
A veces unía las piernas de los chiquillos como si tuvieran cemento y nadie tenía la fuerza suficiente como para separarlas.
Tenían una rapidez nunca vista, y eran capaces de girarse en cuestión de segundos como si estuvieran accionados por un motor a propulsión, de forma que sus giros asustaban y sorprendían a la gente, y también demostraban momentos de rabia y enfado golpeando a destajo todo lo que había ante ellos, sin notar cansancio aunque se pasaran horas haciéndolo.
Los chiquillos hablaban y entendían todo tipo de lenguas, latín, inglés, francés, dialectos españoles... Además mostraban conocimiento de lo que pensaban los demás o descubrían dónde había objetos ocultos, o incluso se permitían el lujo de avisar de la muerte de alguien del pueblo con el consiguiente estupor de los familiares. También les hacían partícipes de acontecimientos pasados que todos desconocían. Para enojar a los espectadores solían descubrir sus más oscuros secretos poniéndolos en evidencia.
Los cuerpos poseídos reaccionaban ante el agua bendita con furor, y cuando la monja que les alimentaba dejaba caer un agota de agua bendita en sus platos desde otra habitación para no ser vista, los niños miraban el plato y se negaban a comer.
Además sus cuerpos, yacidos o sentados, se elevaban por manos invisibles.


Rebeca tenía dos abuelos a los que adoraba, pero ahora están muertos. Y sobre ellos es la historia que os voy a contar.
Un día el abuelo falleció y la abuela quedó como un alma en pena vagando por la casa que habían compartido tantos años en amor y armonía. Aún tenía familia por supuesto, pero no era lo mismo. La abuela tenía mucha confianza en Rebeca, tanta que terminó confesándole algo que le ocurría: soñaba con su marido muerto.
"Hay cuatro puentes, y al final de los puentes está él, alargando la mano para que vaya con él".
Pasaron los días y los meses, y una noche fue Rebeca la que tuvo un sueño extraño:
Era pequeña y entraba a un ascensor con su abuela. Iban cogidas de la mano y el elevador ascendía pisos y pisos. Una especie de viaje sin retorno puesto que el ascensor no era familiar para Rebeca. No sabía cuántos pisos habían ascendido cuando, de pronto, el ascensor se paró y se abrieron las puertas.
La abuela soltó la mano de Rebeca y salió. Ella trató de avanzar pero su abuela le dijo: "No, tú no vienes conmigo". La abuela le sonrió en su sueño y aquí terminó todo.
Cuando Rebeca se despertó por la mañana su abuela había fallecido la misma noche. En el sueño se había despedido de ella.
Y me preguntaréis, ¿qué tienen que ver los cuatro puentes en esta historia? Cada puente es un mes. La abuela falleció cuatro meses después que su marido, o sea, cuatro puentes después... y recordad que ya os lo decía ella en su sueño: al final de los cuatro puentes, su fallecido marido le tendía la mano.

Tengo que avisar que Rebeca tuvo después y durante años la desagradable experiencia de "ver" a su abuela mirándola desde coches de desconocidos, como si la estuviera observando, y siempre, siempre, echaba a correr llorando hasta llegar a casa.


Esto es justo lo que nunca debes hacer: ponerte frente al espejo y repetir nueve veces seguidas el nombre de Veronica.
No serias el primero que se rÃie al conocer esta historia, que lleva circulando por el mundo desde hace varias decadas. Muchos antes que tu han pensado que se trataba de un cuento chino y se han burlado, pero otras personas aseguran que quienes no han hecho caso de la advertencia y han aceptado el desafi­o, han cargado con una maldicion terrible.
¿Quien es Veronica? O mejor dicho: ¿quien era? Se trataba de una chica de 14 tacos que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo espiritismo en una casa abandonada. Todo el mundo sabe que es algo tremendamente peligroso y que jamas debe tomarse como un juego. Ella no siguio las reglas de los fanatasmas, se burlo durante toda la invocacion y una silla que habia en la habitacion cobro vida y la golpeo mortalmente en la cabeza.
Sin embargo, Veronica aun no descansa en paz. Su espi­ritu esta condenado y vaga buscando venganza entre aquellos que no saben respetar el Mas Alla¡, como le sucedia a ella en la vida real.
Ana era una chica de la edad de Veronica que conocio la leyenda del tarot y brujas en su instituto. Sus amigos la picaron, diciedole que no se atrevi a decir 'Veronica' nueve veces ante el espejo. A ella le daba miedo, pero venciosu terror porque le avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una companera fue a los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre risas, si cumplia la prueba.
Lo hizo, no paso nada y el grupo lo olvido enseguida. Menos Ana. Para ella la autentica pesadilla comenzo esa misma noche. Estaba en la cama, cuando un sonido la desperto. No se trataba de un estrepito, sino de una especie de susurro indescifrable que oia cerca de la nuca, mientras sentia como si alguien respirara en su cuello. Aterrada, se levanto y encendio la luz. Alli­ solo estaba ella. A pesar de eso, no pudo dormir en toda la noche. Al di­a siguiente, no se atrevio a contarselo a nadie. Estaba muerta de miedo, y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la cara y despejarse. Pero cuando entro al bano, haci­a mucho fri­o (como estaban en invierno no le dio importancia) y una capa de vaho cubrÃia el espejo. Ana lo limpio con la mano para comprobar horrorizada que tras ella habi­a una chica que no habia visto jamas, con una expresion de espanto y sangre en la cabeza. Fue solo un instante. Cuando se volvio a mirar, ya no habi­a nadie. Ana rio nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginacion, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se volvio hacia el espejo vio algo que la dejo helada. Al borrarse el vaho una frase habi­a permanecido escrita: 'Soy Veronica. No debiste invitarme a volver'.
Ana no pudo soportarlo. Hoy pasa sus dias encerrada en un manicomio, y solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Veronica la sigue atormentando.



Nunca habi­a creido en los espiritus hasta que, hace un par de meses, fui por la noche con mis amigos al cementerio. Al llegar, nos pusimos a jugar al escondite y me toco pagarla a mi. Cuando acabe de contar escuche un ruido en la zona de los nichos mas viejos y fui hacia alli­ esperando pillar a alguien. Pero no fue asi. Al principio no veia nada, aunque poco a poco me fui acostumbrando a la oscuridad, y entonces le vi. Era un crio pequeno que parecia estar muy triste. Yo me quede muy sorprendido. ¿Que haci­a ese crio alli? Antes de que pudiera decir algo, el crio se desvanecio en el aire. No me habia asustado mas en toda mi vida. Casi nadie me creyo, pero yo estoy convencido de que aquello fue real. Lo peor fue, que pocos dias despues, buscando informacion, lei que veinticinco anos antes, y esa misma noche, un nino habia muerto en el cementerio en extranas circunstancias.